jueves, 25 de septiembre de 2008

¿Otro perro peruano?


El 22 de Junio de 1502, Felipe el Hermoso yerno de los Reyes católicos de España, se sorprendió al ver dos cosas muy nuevas para él traídas de América: “Un papagayo verde más grande que un monito, hablando lo que es increíble” y “Un perro completamente negro que alargaba su hocico según la forma de una negra”; esto según información del escritos peruano Guillermo Gallardo.
Las características dadas al animal nos hacen pensar que aquello que vio Felipe el Hermoso fue un perro peruano sin pelo, tai tai o biringo, considerado hasta hoy como única raza canina originaria del Perú. Sin embargo detalles adicionales sobre la zona de la cual fue tomado el animal del relato inicial nos acercan a una nueva versión que hoy propongo y comparto con ustedes.
En la costa sur del Perú, en el Distrito de “El algarrobal”, Provincia de Ilo, cuenca del Río Osmore; se desarrolló la “Cultura Chiribaya”, en el tiempo conocido como intermedio tardío, siendo un pueblo con un estilo de vida poco complejo y sin marcadas diferencias sociales a no ser la de un estamento alto y otro bajo.
En este lugar la antropóloga Sonia Guillén encontró en 1993 un “Cementerio” con aproximadamente 40 cuerpos de perros muy bien conservados (momificados) con los órganos internos intactos, notándose en el interior los alimentos sin digerir con algunos parásitos. Cada perro estaba en su propia tumba, envuelto en hermosos telares y rodeado de ofrendas como pescado y concha de spondylus. Esta costumbre es vista únicamente en el antiguo Egipto. El descubrimiento se dio a conocer oficialmente diez años después a la comunidad científica nacional e internacional.
Este perro, a diferencia del biringo, ha sido descrito como un animal “Tierno, chiquito y lanudo” por la propia investigadora, quien dio le dio el nombre con el cual es reconocido por los arqueólogos hoy en día: “Perro pastor de Chiribaya”. Se trata, entonces, de otra variedad de perro nativo, distinta al biringo carente de pelo. Al perro pastor Chiribaya lanudo se le ha llamado de manera despectiva por muchos años “Perro chusco peruano”.
Sus características son: Cuerpo más largo que alto, color de pelaje amarillo o rojizo, manchas oscuras sobre el lomo y la cabeza, orejas recortadas y caídas, patas musculosas que permitían al animal moverse en la arena con menos esfuerzo.
¿Qué hacía tan especial a este animal que le merecía aquel trato delicado después de su muerte? Posiblemente este animal recibía la consideración de un fiel amigo y compañero de trabajo. Los Chiribaya tenían una gran cantidad de llamas con pelaje más largo de lo normal. Necesitaron perros para el pastoreo, por eso, habiendo cumplido una vida productiva, estos animales recibían un trato excelente. A diferencia de otras culturas estos animales no eran sacrificados ni servían de alimento sino que eran cuidadosamente enterrados.
Sabemos de la intensa actividad ganadera de los Chiribaya gracias a los telares y petroglifos que dejaron para la posteridad. Esto, además, nos ayuda a entender que la ganadería de camélidos no fue una actividad exclusiva de la sierra sino que también se realizó de manera intensiva en algunas zonas de la costa.
Actualmente se realizan estudios de ADN y, seguramente, muy pronto estaremos ante el hecho del reconocimiento de la segunda variedad de perro nativo peruano reconocido a nivel mundial.