sábado, 23 de agosto de 2008

Perú, tengo tanto para darte, hoy comenzaré


Una sonrisa única, un uniforme radiante, muchas banderas flameando, escarapelas... No necesito más para anidar otra vez una esperanza fiel y sencilla: El Perú es grande y procuraré ser digno de llamarme hijo de la Patria. Quizá, solamente me deje llevar por la emotividad de estos días, por los recuerdos de grandes hazañas y logros casi imposibles de una nación que besa el cielo con su fe y pisa firmemente la tierra con su trabajo; pero hoy agradecí a Dios por haber sido educado en el amor a lo nuestro, en el aprecio por su tradición que, como firme base de su presente, alimenta las ansias de un futuro distinto, de una historia renovada, escrita a pulso por cada peruano de a pié, por cada hombre y mujer, que al repetir el término PERÚ pueda decir con alegría ¡Es mi Patria!El niño de la sonrisa única, el de la escarapela y la esperanza tiene derecho a aprender a amar a su Patria. Se lo ganó, con el natural y decisivo hecho de haber nacido en este suelo. Ese niño, que hace un instante pasó desfilando ante mí con gallardo paso, mirada fija y rostro templado, goza del derecho a ser educado en tal amor. No interesa dónde ni como nació, o si tiene más o menos que otro, interesa mucho que es peruano y su derecho a ser y pertenecer se lo ha ganado como una gracia especial. El niño de la marcialidad y la esperanza necesita amor y orden, requiere ejemplo, voluntad de educar y sueños, muchos sueños. Hay que amar a la Patria para ganarse el derecho de tener un futuro en ella y en ese amor se guía, se afirman y se multiplican virtudes. Amo a mi Patria: Ella me brindó su suelo, su historia, su idioma, su identidad multirracial, sus mártires y el derecho a luchar por un futuro acá.Es este nuestro humilde modo de pagarle lo mucho que le debemos. Aquí estamos, poniendo en libertad nuestros anhelos, alegrándonos de los colores rojo y blanco, los colores de la Patria: ¡Arriba los corazones!... porque ese niño de la sonrisa única necesita que se le eduque en el mismo amor en que nosotros o muchos de nosotros hemos sido educados; ya no se puede, ni se debe vivir más en la ignorancia ni en la desidia; porque el futuro de nuestro país necesita de seres que lo amen con compromiso, si hoy no le enseñamos a amarla, cercenaremos tal derecho. Es preciso amar a la Patria para fortalecerla y exaltarla, de nuestro amor brota su futuro y de ese retoño florecerá el porvenir de nuestros hijos y nuestros nietos, que sabrán renunciar o aprender a amarla gracias a nuestro ejemplo. En nosotros está forjarlo. Hoy pongo en tus manos este mensaje con los colores de la Patria, con un blanco y rojo ilusionado, con afecto y felicidad. De ti dependerá multiplicarlos en este julio y para siempre. Otra sonrisa única, otro uniforme radiante, otra escarapela, otra esperanza. Perú: tengo tanto para darte. ¡Hoy comenzaré!

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