domingo, 31 de agosto de 2008

Memoria social e historia de hoy

A principios del siglo XX se tomaba de las experiencias transformadoras, humanistas, científicas y tecnológicas, los conceptos que sirvieran para desarrollar una visión futurista.
A inicios del siglo XXI los seres humanos necesitamos revisar el pasado y dejar de imaginar. Es también un anhelo muy actual el interés por desarrollar una estructura, basada en las diversas ideologías, sobre las virtudes del tiempo futuro.
Pienso que es el tiempo de la memoria social y de volver la vista hacia atrás. Es el tiempo de contemplar el pasado con probidad para sorprendernos con sus luces gratificantes o desagradables; entendiendo que el conocimiento cabal de nuestro ancestro cultural sustentará la identidad necesaria en los hombres, de cara al futuro que percibimos cercano.
Si la memoria social es crucial, es porque conforma las estructuras propias del pensamiento del hombre. La memoria no es algo que se localiza fuera de los sujetos. Por el contrario, los constituye y sostiene su identidad creando un vínculo indivisible y su continuidad cultural dentro de una comunidad determinada. El núcleo de cualquier identidad individual o grupal está ligado a un sentido de permanencia - pertenencia (de ser uno mismo) a lo largo del tiempo y del espacio.
El olvido actúa en la conciencia individual y colectiva, eso lo podemos comprobar, por ello una condición para afrontar el pasado y volver la mirada al ancestro es no juzgar los hechos pasados con los conceptos y presupuestos del presente, no ideologizarnos; vale decir evitar el anacronismo.
No cabe duda que hemos sido formados bajo una visión tradicional de la historia. Esta historia que hoy se aleja para dar paso a la “Maestra de la vida” que reflexiona, filosofa y toma distancia del constructo historiográfico.
La nuestra, debe ser una historia que se alimente de lo cotidiano, de la memoria social, para construir su conocimiento. Para esta historia lo importante es el aporte de la gente, su testimonio e historia oral que amplían el campo de sus fuentes.
Es la historia de nuestro tiempo, que rescata las costumbres que caracterizan lo local, lo más importante de cada comunidad, lo que vence ante el avance de nuevos códigos lingüísticos y modas alienantes, lo que da vida al corazón de una cultura.
La historia permite la construcción de las identidades y apunta a nuevas expectativas de conocimiento. Nuestro esfuerzo debe apuntar a la recuperación de la memoria social para vencer la amnesia histórica que impide el vinculo entrañable con lo nuestro.
Es indispensable el uso de fuentes alternativas como relatos orales, entrevistas, foros, talleres, viajes de estudio, etc; como herramientas de construcción del conocimiento histórico y la identidad cultural. La historia debe estar cercana al hombre común.
¿Cuál será el rumbo de la cultura de la memoria para estos tiempos? Los hechos de los que somos testigos muestran empeños dignos de elogio por interpretar de manera lúcida los contextos locales, nacionales y regionales.
“(Actualmente) La memoria social responde a un comportamiento social marcado por la globalización, el surgimiento de nuevos nacionalismos y confrontaciones, tocada por los avatares de la economía, las nuevas expresiones humanistas y el vértigo de los acontecimientos que dan nuevos rumbos a las comunidades”
Es necesario abrir las ventanas de las aulas universitarias y mostrar a los estudiantes la historia perceptible de nuestro pueblo en contacto con sus fuentes vivas. La riqueza y la grandeza de lo nuestro. La realidad transformable. La dirección de nuestro compromiso. La manifestación de nuestra fe.
Caminemos en busca del pasado perdido y encontraremos las razones del presente para creer en un futuro diferente.

1 comentario:

carlos cabrejos bocanegra dijo...

Martín sin ir muy lejos nuetro bisabuelo, Julián, junto con mi papá, cuando era un chibolo, comían gato.
Dice mi papá que con su abueo se subían a los techos de Francisco Cabrera y con un tirador le pegaban una pedrada al gato en la cabeza y luego el felino iba directito a la olla. según mi papá es más sabroso que el conejo y an rico como el cabrito.
Acá en México tengo una comadre que de nña en Lima, allá en la Victoria también se echaba su gatito.
Y en los barracones del Callao sé que hay gente que aún consume carne de gato.
Un abrazo. Me gustó mucho tu crónica.
Chao.